Estados Unidos (EE.UU.) sigue empeñado en jugar con fuego en el estrecho de Taiwán. En la noche de este miércoles llegó a Taipéi, capital de la isla, un nuevo grupo de representantes de alto rango del Congreso norteamericano, encabezado por Stephanie Murphy, vicepresidenta de la Comisión de Inteligencia y Operaciones Especiales de la Cámara de Representantes.
Sería la sexta visita de una delegación estadounidense a la isla en poco más de un mes, las cuales irritan tajantemente a China, que considera a Taiwán como parte de «una sola China» y ha advertido de “consecuencias desastrosas” para Taipéi.
“La delegación se reunirá con altos líderes taiwaneses para discutir las relaciones entre EE.UU. y Taiwán, la seguridad regional, el comercio y la inversión, las cadenas de suministro globales y otras cuestiones importantes de interés mutuo”, agrega en una nota la representación diplomática norteamericana de facto en la isla y detalla que la delegación de ocho miembros se entrevistará con la dirigente política, Tsai Ing-wen.
A principios de agosto pasado, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, realizó una visita a Taiwán, calificada por China como «provocadora» y amenazó con sanciones a la funcionaria, quien ocupa el tercer cargo más importante en el Gobierno estadounidense y aseveró que su país «no abandonará a Taiwán. La solidaridad estadounidense con Taiwán es crucial».
Señales equivocadas a Taipéi
En la misma jornada del miércoles, llegó también a Taipéi una delegación parlamentaria francesa, la primera visita de representantes de una potencia europea desde el viaje a la isla de Pelosi.
Visita de diputados franceses a Taiwán incrementa tensiones con China
El gigante asiático respondió al viaje de Pelosi celebrando masivas maniobras militares cerca de la isla, con las que Beijing mostró su fuerza a los separatistas taiwaneses.
El Gobierno del presidente Xi Jinping se opone a cualquier nexo político entre cualquier Estado y Taipéi, así como el suministro de armas a la isla, reiterando insistentemente a las autoridades estadounidenses que no envíen señales equivocadas a las fuerzas separatistas sobre la independencia de Taiwán, de lo contrario deben asumir las consecuencias de «jugar con fuego».