El debate de una resolución el pasado 17 de diciembre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), dejó expuestas las intenciones de Ucrania y el resurgimiento de una ideología atroz que acabo con la vida de millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial en toda Europa.
La glorificación del nazismo, neonazismo así como otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, fueron condenadas por un total de 130 países miembros del organismo multilateral, mientras que 49 naciones se abstuvieron a votar, solo Estados Unidos y Ucrania se opusieron.
Hoy ambos países protagonizan una ola de mentiras sobre los motivos reales que propiciaron el despliegue de la operación militar rusa el pasado 24 de febrero y presionan a la comunidad internacional y a todo el Sistema de Naciones Unidas y demás instancias para promover su aislamiento.
Los representantes del país norteamericano justificaron su negativa, en esa oportunidad, diciendo que el documento iba en contra de la Primera Enmienda de la Constitución sobre la libertad de expresión.
Pero por el contrario, la Cancillería rusa asegura que estas acciones son una evidencia que respaldan la política de guerra y los crímenes cometidos por ambos países en los últimos años.
Ni Kiev ni Washington podrían haber votar a favor de la resolución, puesto que la misma recomienda a los países tomar “medidas concretas en los campos legislativo y educativo y de conformidad con sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos para prevenir la revisión de los resultados de la Segunda Guerra Mundial y la negación de los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra», todo esto en contra de sus ideales nacionalista y hegemónicos.
Hipocresía ucraniana
El ejército ucraniano lleva ocho años bombardeando a las poblaciones de Donestk y Lugansk ambas de habla rusa, ahora luego de haber ignorado el genocidio, la comunidad internacional presiona para frenar la operación militar rusa pero no para hacer respetar los derechos humanos de mujeres, niños y adultos mayores.
El canciller Serguéi Lavrov denunció que en Ucrania prolifera el nacionalismo y la discriminación de la población rusoparlante. «¿Cómo puede un presidente, que no es racista, firmar y apoyar documentos que prohíben la lengua rusa en la educación y la vida cotidiana?», dijo como muestra de esto.