Roberto Hernández Montoya para Fuser News
El Imperio Romano garantizaba a sus súbditos un mayor nivel de vida que el de sus vecinos. También garantizaba mayor seguridad y el derecho al ascenso político y social hasta la más alta jerarquía política, económica y social. Hubo numerosos emperadores nacidos en las provincias. También aseguraba los mismos derechos a cualquier pueblo bajo su dominio, sin negar su cultura, su lengua o sus creencias. Civis romanus sum ‘soy ciudadano romano’ era un sonoro lema que distinguía a cualquier ciudadano desde lo que hoy es España a lo que ya entonces eran Siria, Egipto, Galia, Britannia… Sin discriminación. Todo eso y más lo describe con brillo y elocuencia la joven erudita española Eva Tobalina —sus luminosas conferencias se pueden ver por YouTube. Con ello explica las causas de la larga y sólida estabilidad de aquella construcción política que fue Roma.
Inevitablemente aquel Imperio decayó porque ninguno es eterno. Pero duró siglos aun después de su esplendor.
Ahora me permito comparar aquel imperio con lo que queda del gringo. ¿Garantiza mayor nivel de vida a las multitudes que sobreviven en las aceras en sórdidas tiendas de campaña? ¿Cumplió seguridad a la ciudadanía abandonada a su suerte durante la espantá que echó Biden en Afganistán? ¿La seguridad de la gente trepada desesperadamente a los aviones que despegaban? Obviamente preferirían desplomarse desde el cielo a caer en el infierno talibán. ¿Dispensa respeto a las diversas etnias que conviven miserablemente en sus calles? ¿No llama “deplorable” Hillary a esa población precarizada?
¿Cuánto tiempo le queda a este Imperio? Es por una duda que tengo.
