Decenas de miles de peces de las piscifactorías ubicadas en las cercanas del río Chillón, en Perú, murieron luego que un camión con 34 toneladas de concentrado de zinc cayera al afluente, una de las tres corrientes de agua que atraviesan Lima, la capital del país.
La pérdida por el vertido del mineral que tiñó de color gris oscuro las aguas y los peces es de «unas 600 toneladas de trucha», según la primera estimación de Defensa Civil, que informó que la caída del camión sobre el río Chillón ocurrió el lunes a la altura del pueblo de Cullhuay, en el distrito de Huaros.
Ante el hecho, las autoridades analizan las consecuencias económicas y las posibles repercusiones sanitarias.
«Si un ser humano consume este mineral que ha sido acumulado por el pez le puede traer problemas», afirma Rezo Chauca, trabajador del Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes).
Por su parte, la empresa distribuidora de agua potable de Lima asegura que la contaminación no ha afectado al suministro de la capital peruana, que cuenta con 10 millones de habitantes. El agua del Chillón también sirve para regar campos de cultivos cercanos que abastecen con vegetales a parte de Lima.
Este es el segundo vertido de este tipo en el río Chillón. En 2018, otro camión con 36 toneladas de concentrado de zinc de una mina cayó al mismo río.
Desde comienzo de año, la nación ha sido afectada por desastres ecológicos. En enero, más de 11 mil barriles de petróleo propiedad del trasnacional Repsol, fueron vertidos en las costas peruanas.
Las autoridades señalaron que el vertido de petróleo dañó unos 18.000 kilómetros cuadrados de zonas protegidas que contienen gran variedad de plantas y animales.
El derrame de crudo en la costa de Lima, provocado presuntamente por un oleaje anómalo tras la erupción de un volcán submarino en Tonga, es considerado el peor desastre ecológico en la historia reciente del Perú.
