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La nuevahabla de internet

Fuser News

10/02/2022
Mujer en internet
En el universo orwelliano todo se debe parecer a todo. Nada debe llamar la atención y se abrogan las contradicciones, «la paz es la guerra», «la verdad es la mentira».

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Roberto Hernández Montoya para Fuser News

Es mejor no decir las siguientes palabras por YouTube, Twitter, Facebook y demás redes sociales:

Estados Unidos, covid, dólar, Ucrania, cocaína, marihuana, Rusia, bitcóin, orgasmo, Venezuela. Y unas cuantas más que es imposible saber. Solo se pueden conjeturar. Esto es, términos que inducen a la polémica. Los puedes usar pero entonces te atienes a que tus mensajes se degraden, se desmoneticen, se hagan menos accesibles para los motores de búsqueda y hasta se supriman.

Las redes se van volviendo puritanas y pudibundas. Solo prosperan blandenguerías.

No es la primera época blanducha. En la era franquista, que todavía dura —The Economist acaba de declarar que la española es una «democracia defectuosa»—, la voz pública se hizo pusilánime. Cuando la dictadura de Gómez en Venezuela no se podía hablar alto por la calle. Para jugar dominó había que poner periódicos sobre la mesa para asordinar las piedras. Ver mi artículo «Hablaré de abejitas».

Al autoritarismo le gusta el silencio y reprime las ideas filosas. Persigue a Simón Rodríguez, difama a Teresa Carreño y a las mujeres como ella.

En su novela 1984 George Orwell dice que en su distopía se usa la que llamó «nuevhabla» (newspeak), para matar antes de nacer cualquier idea puntiaguda. En el universo orwelliano todo se debe parecer a todo. Nada debe llamar la atención y se abrogan las contradicciones, «la paz es la guerra», «la verdad es la mentira». El que Eduardo Galeano llamó el mundo al revés.

Internet no olvida

Y ya que hablamos de Orwell, en su universo el Gran Hermano te vigila todo el tiempo, como las redes sociales, que saben todo de ti, más que tú, porque no recuerdas qué andabas buscando por internet a las 3:14 del 14 de marzo de 2004. Google sí. Porque internet no olvida. Y puede hacer con esa información lo que le dé la gana, como proponerte productos y servicios que ni tú sabes que te interesan o represaliarte cual Inquisición.

Es más, el micrófono y la cámara de tu teléfono y tu computadora envía todo lo que dices y ve lo que ves, quién sabe para qué. Tu teléfono sabe por dónde andas, con quién te reúnes, en qué hora de qué día. Qué compras, qué lees, qué te gusta, qué piensas, qué religión profesas o por qué partido votas o si te abstienes, si eres fiel a tu pareja. Tu ritmo cardíaco, tu frecuencia respiratoria y cuántas calorías quemas. Peor aún: no sabes lo que sabe.

He allí lo que será el metaverso. Ya va siendo un panóptico que te vigila a toda hora y no parpadea nunca. Tu iPhone sabe hasta cuándo te mueres y se lo informas tú cuando le identificas a quién das acceso a tu aparato cuando fallezcas. Te vigila hasta después de la muerte.

Siempre puedes intentar volverte indetectable como el Unabomber, aquel matemático radical medio loco y terrorista enemigo de la sociedad tecnológica, que se fue a vivir en una cabaña en un monte sin conexión ni electricidad. Pues está preso. Hasta su choza agreste lo rastreó el FBI.

¿Qué hacer? ¿Cómo respondería un nuevo Lenin a tal pregunta?

@rhm1947

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