El piloto ruso Konstantín Yaroshenko, quien cumplía una condena en Estados Unidos por un supuesto caso de contrabando de drogas, reveló a los medios de su país que fue víctima de torturas al ser detenido por las autoridades norteamericanas.
En una entrevista con el medio RT, Yaroshenko detalló que al ser “secuestrado” en Liberia por agentes de la policía antinarcóticos (DEA) y de Seguridad Nacional (NSA) fue trasladado a una instalación estadounidense en el país africano, donde sufrió todo tipo de vejaciones físicas y psicológicas.
“Había una sala donde me torturaron durante dos días y medio. Con torturas inhumanas, físicas y psicológicas, con presión enorme. En algún momento ni siquiera quería vivir, ni volver en sí cuando perdí la conciencia, no quería regresar a este mundo”, recordó el piloto.
Yaroshenko fue detenido el 28 de mayo de 2010 en un hotel de Liberia, luego lo trasladaron a Estados Unidos para ser juzgado por el delito de narcotráfico y condenado a 20 años de prisión que cumplía en la cárcel de Fort Dix, en Nueva Jersey.
Pese a la condena, el piloto ruso se declaró inocente durante todo el proceso judicial y tanto él como la administración del Kremlin calificaron el hecho como un secuestro.
Antes de ser trasladado a Nueva Jersey, explicó que lo torturaron “de manera brutal y profesional: sabían cómo golpear, dónde pegar para que yo siguiera vivo y poder ocuparse de mí más tarde (…) Me golpearon en los talones, me rompieron dientes, me lastimaron órganos internos, me rompieron huesos en las piernas”.
Una vez en Fort Dix, comentó que la cárcel violaba los derechos humanos de los reos porque se presentaban casos de hacinamiento y vulneración de las condiciones sanitarias.
“Nos acusan de violaciones de los derechos humanos y de los derechos de los convictos. Allí teníamos camas de hierro. No se permitían almohadas”, agregó.
Yaroshenko logró la libertad y volver a Rusia gracias a un intercambio de prisioneros entre Moscú y Washington. Por él fue entregado el convicto estadounidense Trevor Reed, condenado en 2020 a nueve años de prisión por agredir en estado de ebriedad a dos policías rusos.