Miles de italianos se unieron a una huelga general de un día, organizada por dos de los sindicatos más grandes del país europeo, en protesta contra el Gobierno del primer ministro Mario Draghi.
La Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) y la Unión Italiana del Trabajo (UIL) organizaron la movilización en rechazo a las políticas económicas y presupuestarias de Draghi.
Las protestas se realizaron en las plazas de cinco ciudades del país, entre ellas Roma, Bari y Milán, donde acusaron al Gobierno de presentar unos presupuestos insatisfactorios y de ignorar los problemas de los peor pagados ante el aumento de los costos de la energía.
La manifestación se sintió especialmente en la capital italiana, con la paralización de parte del transporte público, con mayor repercusión en las fábricas.
Según el principal sindicato de metalúrgicos, la FIOM, la participación en la huelga fue muy alta en algunas centrales. Un ejemplo fue el del fabricante de armas Beretta, cuyos trabajadores secundaron masivamente (95%) la movilización.