T. Bunke para Fuser News
La inflación histórica alcanzada en los Estados Unidos durante la administración Biden amenaza un gobierno cuya credibilidad está severamente cuestionada.
Falta de liderazgo, decisiones intestinas que regresan como boomerangs para golpear la economía propia, sus fuentes de energía y el acceso a cereales en el mundo entero, dejan a Biden en una posición más compleja que sus siestas y saludos a seres imaginarios en los eventos a los cuales asiste.
Con una Cumbre de las Américas a cuestas, cuyo alcance es menor a una reunión de condominio, el presidente de los Estados Unidos de América anuncia una medida desesperada que contradice el capitalismo, principio fundacional del sueño americano.
One of the reasons prices have gone up is because a handful of companies who control the market have raised shipping prices by as much as 1,000%. It’s outrageous — and I’m calling on Congress to crack down on them. pic.twitter.com/eLIdQBmskJ
— President Biden (@POTUS) June 9, 2022
Es una medida cuya impopularidad lo obliga a pasarla por el congreso antes que emitir una “orden ejecutiva”, esa que todos los presidentes estadounidenses usan para sancionar cuanto país les provoque.
De hecho, cuando Biden dice que tienen problemas por los aumentos en servicios y elementos externos, ahí si es verdad, pero cuando lo dice Venezuela dice que el bloqueo encarece entonces es motivo de investigación.
El mal vecino
Decía Roosevelt, presidente 32 de los Estados Unidos, que las relaciones con América Latina debían moderarse evitando la intervención los asuntos internos de los países vecinos. A esto le llamó la política del buen vecino.
Esta postura no era tan benevolente como se piensa, fue de esta manera como Roosevelt logró el apoyo de toda Latinoamérica durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va de XXI los Estados Unidos se han convertido en un mal vecino para el continente, el hemisferio, el mundo y el planeta.
Ante la ausencia de solidaridad que los caracteriza en su política exterior, la interior se desmorona.
En un mundo donde la velocidad de la información no permite la dominación cultural que tanto les ha ayudado a mantenerse, el estadounidense pobre se siente en decadencia, pero el estadounidense millonario, también. La única diferencia es que el primero muere de sobredosis o sus hijos baleados en una escuela, el segundo se aprovecha para acumular más capital.
El capitalismo crónico
Un capitalista ejemplar es George W. Bush. Ante la crisis financiera decidió salvar a los bancos y dejar en la calle a los ahorristas y deudores de hipotecas.
El consumo desmedido que promueve el capitalismo es un parásito difícil de mantener.
El capitalismo siempre está insatisfecho y necesita más y más. Joe Biden, que está quedando como mal capitalista, tiene varios problemas internos en sus narices a punto de estallar y no los ve.
Esa miopía estratégica no surgió de la nada, ocurre por forzar la vista interviniendo en los asuntos internos de naciones soberanas en vez de mirar el desastre que gobierna.