El primer ministro húngaro, Viktor Orban, preparó su más reciente desafío antes de que los gobernantes de la Unión Europea (UE) se reúnan el lunes para definir el sexto paquete de sanciones contra Rusia, que incluiría un embargo petrolero.
Orban insiste en que la prohibición provocaría una recesión, escasez y aumentos de precios, al tiempo que afectaría la seguridad energética de Hungría.
Orban dijo la semana pasada en una carta al jefe de la Comisión Europea, Charles Michel, que no tiene sentido plantear el embargo en la cumbre.
«Las soluciones deben venir antes de las sanciones», declaró Orban, en contradicción con las decisiones de la UE y actualmente en desacuerdo con el bloque.
Orban descartó la oferta de la UE de una exención de unos pocos años e insiste en que el paquete exima las importaciones de crudo por oleoductos como el «Druzhba» (amistad), por el que pasa 65% de la demanda petrolera del país.
Como alternativa quiere una exención más prolongada y un período de transición de al menos tres y medio a cuatro años, y al menos 800 millones de euros (860 millones de dólares) en fondos de la UE para modernizar sus refinerías y aumentar la capacidad del oleoducto a Croacia.
Ante ello, el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, y otros han llamado a la UE a aplicar el embargo de cualquier manera.
«Si 26 de nosotros lo acordamos, incluso con la excepción de Hungría, es un camino que yo siempre apoyaré», manifestó a la radio pública alemana.
Hungría firmó el año pasado un acuerdo de abastecimiento de gas con la rusa Gazprom, y tres semanas antes de la operación militar rusa en Ucrania, Orban discutió el acuerdo en Moscú con el presidente Vladimir Putin.
Hungría no considera a Rusia una amenaza para la OTAN
Hungría no cree que Rusia represente una amenaza para ninguno de los miembros de la OTAN, dijo el portavoz del gobierno, Gergey Gulyash.
No creemos que Rusia ahora represente una amenaza para ningún estado miembro», dijo Goulash, citado por el Daily News Hungría
Hungría depende de Rusia para 85% de su gas, por lo cual su veto a la sanción es también «por el peligro de que el siguiente paso sea un embargo de la UE al gas, y eso sí sería una bomba atómica», según Zoltan Torok, un economista del Banco de Budapest.