En abril de 1992 el entonces presidente de Perú, Alberto Fujimori, apareció sorpresivamente en los televisores de los peruanos, anunciando que disolvería el Congreso, pero no conforme con el cierre de esta entidad, intervino con ayuda de los militares, otras instituciones y censuró a los medios de comunicación. Desde este día han transcurrido 30 años, pero el hecho quedará para la historia.
El exdictador justificó el “Fujimorazo señalando que el Congreso obstruía el trabajo del Ejecutivo. Por ello, ante la negativa del Parlamento para concederle amplios poderes para gobernar sin fiscalización, decidió disolverlo.
En el momento del anuncio de Fujimori sobre el autogolpe de Estado, los miembros de las Fuerzas Armadas salieron a las calles con tanques de guerras para tomar el Poder Judicial, Consejo Nacional de la Magistratura, Ministerio Público y el Tribunal Constitucional. Por si fuera poco, también secuestraron a periodistas y políticos que se oponían a su Gobierno.
La corrupción del dictador Fujimori abarcó las instituciones intervenidas en1992, dejándolas sin autonomía, lo que para muchos especialistas fue una medida excesiva y no puede ser justificada porque irrumpió el orden democrático.
Otro de los personajes detrás de la dictadura de los 90 en Perú, fue Vladimiro Montesinos, el asesor presidencial de Alberto Fujimori, que durante su mandato fue designado como jefe del Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN).
No hay arrepentimiento
Aunque han pasado 30 años desde el 5 de abril de 1992, Fujimori jamás demostró arrepentimiento, desde su punto de vista fue una medida necesaria debido a las condiciones políticas, económicas y sociales de esa época.
El expresidente cumple una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad, pero un fallo del Tribunal Constitucional podría dejarlo en libertad, por lo que ahora solo depende de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) si deja sin efecto esta sentencia.