A más de dos años del inicio de la pandemia de la Covid-19 todavía persisten marcadas desigualdades en la distribución de vacunas para hacer frente a la enfermedad. Tal es el caso del mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que todavía no recibe el primer envío de la nueva vacuna anticovid desarrollada por la farmacéutica estadounidense Novavax.

COVAX es el programa de la OMS para distribuir vacunas en países de escasos recursos económicos. Este mecanismo ya había cancelado a Novavax 250 millones de dosis del nuevo antídoto que desarrollaba, poco después de declararse la emergencia sanitaria mundial. La distribución de la vacuna se realizaría para marzo de este año, aunque nuevas declaraciones estiman que podrían hacerlo entre abril y mayo.

El laboratorio argumenta que el contrato firmado con la OMS se ceñía a las dosis que se produjeran en sus plantas de República Checa, Corea del Sur y España. COVAX ya había desembolsado 380 millones de dólares a la farmacéutica al inicio de la emergencia sanitaria para acelerar la investigación y desarrollo de este suero basado en subunidades proteicas.

Sin embargo, la Nuvaxovid ya ha sido distribuida desde enero en naciones ricas como Alemania, con 1,4 millones; Holanda, con 28,9 millones;  Australia e Indonesia, con alrededor de seis millones cada una.

Asimismo, la compañía dice que ha firmado contratos de suministro por un volumen de dos mil millones de dosis, de ellos, 110 millones están destinadas para Estados Unidos. Mientras que miles de vacunas ya se enviaron a naciones de la Unión Europea, desde una planta en Países Bajos.

COVAX esperaba distribuir en naciones como Zimbabue, República Centroafricana y Kiribati el agente vacunal de Novavax por su fácil almacenaje y traslado,  y porque su composición proteica es una garantía para los escépticos que todavía no se inoculan los sueros basados en ARN mensajero de BioNTech, Pfizer y Moderna.

Desigualdad grotesca

El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya advertía desde hace un año de una “desigualdad grotesca” en la distribución de vacunas. En marzo de 2021 hizo su primera denuncia de que países de la UE acaparaban millones de vacunas, mientras el proceso de inmunización no había iniciado en naciones africanas o suramericanas.

“Algunos países están en la carrera por vacunar a sus poblaciones enteras, mientras otros países no tienen nada”, advertía Adhanom en marzo de 2021.

En esa línea, el enviado especial de la Unión Africana para la respuesta a la Covid-19, Strive Masiyiwa, denunció en diciembre pasado que las naciones ricas “nos engañaron, nos engatusaron; llegamos creyendo que el mundo se unía en torno a las vacunas sin saber que nos acorralaban en un pequeño rincón mientras otros corrían a asegurar los suministros”.

Conflicto político

Desde el inicio de la pandemia de la Covid-19 fue evidente que las naciones más ricas accederían a las vacunas con mayor facilidad, pero a esta falta ética, que pone por encima el poder adquisitivo antes que el acceso igualitario a la salud, se unieron los conflictos políticos que varias naciones padecían y que en su mayoría eran ocasionados por grandes potencias.

En el caso de Venezuela, esta pandemia llegó en medio de una arremetida por parte de la administración de Donald Trump que buscaba la «máxima presión» para provocar un cambio de Gobierno mediante la aplicación de criminales medidas Coercitivas Unilaterales que alcanzaron a la industria petrolera, cercenando los ingresos de la nación suramericana y dificultando la adquisición de medicamentos para la atención de pacientes.

Además, una vez surgida la vacuna, la persecución financiera impedía la compra de este antígeno, hecho que se reflejó con la imposibilidad de cobro anunciada por COVAX.

Asimismo, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, denunció en junio de 2021 que las sanciones impuestas desde la Casa Blanca impedían al país completar el monto requerido para ser beneficiario del mecanismo COVAX, porque las transacciones eran bloqueadas por los bancos que recibían órdenes de no continuar con el proceso.

“Con gran sacrificio logró pagar la cuota de 120 millones de dólares que corresponde para que Venezuela tenga acceso al lote de vacunas”, explicaba Rodríguez, pero los últimos “los últimos cuatro pagos fueron bloqueados”.

“Lobby estadounidense tiene el poder de bloquear unos recursos que van para inmunizar a la población de Venezuela”, acusó la alta funcionaria del Estado.

Venezuela no fue la única nación en la región suramericana que debió enfrentar trabas para acceder a las vacunas. En el caso de Cuba, el mecanismo COVAX ni siquiera ofreció sus tardías entregas, por lo que el país desarrolló sus propios antídotos contra la enfermedad del coronavirus, como las vacunas Soberanas 1 y 2 y Abdala.

Incluso, naciones de la UE donaron vacunas a punto de vencer a países centroamericanos como Guatemala, El Salvador y Costa Rica, que fueron beneficiados por varios envíos desde España y algunos de Estados Unidos.

Novavax promete más vacunas a COVAX

Al comenzar la pandemia del coronavirus, Novavax era una pequeña empresa estadounidense que no tenía la capacidad de competir con otras industrias en la producción de vacunas, pero la emergencia sanitaria la hizo una de las más deseadas por el suero que desarrolló.

Aunque el laboratorio no ha cumplido sus entregas de vacunas, se comprometió con el mecanismo COVAX para “alcanzar nuestro objetivo compartido de garantizar el acceso global a nuestra vacuna basada en proteínas donde más se necesita”.