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Guerra eterna

Fuser News

04/05/2022
Guerra Estados Unidos
Curiosa civilización que se organiza expresamente para vivir en guerra interminable.

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Roberto Hernández Montoya para Fuser News

Los Estados Unidos han desarrollado la guerra perpetua. Están construidos para eso, así que hace tiempo. La mayor parte de su historia la han vivido entre pólvora y balazos, a pesar de que siempre pierden, salvo en Hollywood y no sé por qué no encargan directamente a sus cineastas de las guerras, para ganarlas todas.

Otros imperios se adelantaron a la guerra perpetua, como Roma, que vivía invadiendo y conspirando para instalar en sus colonias reyezuelos que le fueran favorables. Además, simulaban batallas, hasta navales, en el Coliseo. Era como cuando hoy vemos batallas en el cine o en el home theater en casa, cada día más realista que las salas de cine. Así nos entrenamos para la guerra perenne.

En su cada vez más vigente novela 1984, George Orwell presagia potencias en guerras interminables. Lo que estamos viviendo —digo, si esto es vivir— hoy en día al menos desde la Segunda Guerra Mundial, que obviamente no ha terminado y es a su vez producto de la Primera, la que iba a durar a lo sumo unas pocas semanas e iba a servir para acabar con todas las guerras. Un pistoletazo en Sarajevo detonó esa matanza que todavía dura.

Curiosa civilización que se organiza expresamente para vivir en guerra interminable.

El que Eisenhower llamó «complejo militar-industrial» funciona como un entramado que incluye su propio cabildeo, formado por promotores que gestionan pingües contratos para producir máquinas infernales de destrucción cada vez más masiva. Sin contar las químicas y biológicas, como las que el hijo de Biden financia en Ucrania. A perpetuidad, porque es un complejo con vocación inmortal. Que se muera todo el mundo menos él.

Para cumplir ese objetivo tiene que instaurar la barbarie. Negar al enemigo reviviendo la práctica antigua de la damnatio memoriæ en que se borraba toda mención pública de alguien o hasta de la mitad del mundo como están haciendo con todas las Rusias, incluyendo sobre todo su cultura. No se puede estudiar a Dostoyevski ni escuchar a Chaikovski. Sus deportistas están execrados de canchas y estadios. La lengua rusa está reprimida en calles y plazas y sus medios de comunicación están proscritos. Stalin practicó la damnatio memoriæ de sus enemigos hasta que él mismo fue obliterado de casi toda mención.

Pues bien, parece que habrá que olvidar la existencia misma de un pueblo y su cultura, su lengua, su música, su literatura, su arte, todo. La rusofobia ha llegado a tal manía que muchos Estados rechazan la vacuna Sputnik V. Prefieren morir de covid-19 que inocularse.

Toda la tradición supuestamente occidental de open society se está derrumbando a fuerza de silenciar todo lo que «huela» a ruso. A tal punto de que han convencido a un gentío de pasar hambre y frío con tal de derrotar a Putin, la nueva bête noire de Occidente.

No sé por cuánto tiempo porque los hechos son los hechos y Lenin, un ruso, perdona, dijo que es estúpido discutir con los hechos. Pronto el hambre y el frío sacarán a la gente a la calle.

Hay un límite a la guerra cognitiva. Durante los días 11, 12 y 13 de abril de 2002, durante el acoso y derribo de Hugo Chávez, después de dos años de violencia simbólica de los medios, superado el primer estupor colectivo, se desató en Venezuela una resistencia semiótica masiva en las calles en que la gente no aceptó las fake news que instalaron en los medios y terminó reponiendo a Chávez. Fue épico, fue posible, es inolvidable. Lo vivimos, no nos lo contaron.

Si la guerra eterna se instaura en el mundo, habrá en América un bolsón de disonancia y resistencia: Venezuela. Por lo pronto se está meciendo el péndulo y en los países imperiales se están viviendo hechos a los que nunca llegamos en Venezuela: colas interminables para conseguir comida, tasas de inflación que no se veían en años, masas de narcotizados deambulando por las calles imperiales, ¿sigo? No hace falta. Venezuela no es, por ahora, la utopía pero tampoco es la actual distopía imperial.

En Venezuela al menos no están pudiendo instaurar la guerra sin fin.

@rhm1947

 

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