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El heroísmo mitológico de Ucrania

Fuser News

08/03/2022
Batallón Azoz de Ucrania
Antes de la operación militar de Rusia, menos de la mitad de los usuarios de todas las redes, que cambiaron su imagen de perfil por la bandera de Ucrania para solidarizarse de forma automática, era capaz de hallar Kiev en un mapa.

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T. Bunke para Fuser News

Desde el inicio de la ofensiva rusa Ucrania, se abrió un frente de batalla en las comunicaciones que dista mucho de las guerras de mediados de siglo XX cuando se cortaban los cables telegráficos del enemigo. Ucrania está ganando en la construcción mitológica del heroísmo bélico con herramientas del siglo XXI que Putin no ha sabido o no ha querido aprovechar.

En la guerra la propaganda es tan vital como la logística.

Los soldados necesitan el estómago lleno tanto como los vehículos el combustible necesario, pero la moral en el combate es frágil. Saber por qué y contra quién se pelea es vital para mantener los fusiles en alto. Ucrania lo sabe bien desde el Euromaidán.

El actor y el pianista

Pero Putin es un mito también. Las reprimendas contra ministros televisadas, Ángela Merkel y el perro, el judo, los ejercicios, el piano. El presidente de Rusia, aunque está alejado de cualquier red social y su vida privada es terreno de especulaciones por el misterio que la rodea, sabe que es un meme clásico.

Su contraparte, Volodímir Zelenski, es un actor y comediante devenido presidente de Ucrania. Que parte de su pasado como actor, incluyendo videos con zapatos de tacón alto, esté disponible en la red no es gratuito. Siempre ha proyectado una imagen de “humanidad” y ahora aparecen imágenes de ejercicios militares viejos en los que lleva casco e indumentaria militar. Esto es la evolución de un personaje (también es guionista) que alimenta la mitología ucraniana: la víctima que resiste al ruso malvado.

Instagram, TikTok y Twitter vs. Televisión abierta

Vladimir Putin anunció la ofensiva sobre Ucrania en televisión abierta.

Un método del siglo XX que es válido, pero vamos, un tweet habría llegado más lejos, más rápido y con más efectividad; como un misil balístico intercontinental cargado de con lo que a todas luces es un eufemismo que denomina la declaración de guerra oficial.

Sin embargo, esto también tiene una connotación. El conflicto entre Rusia y Ucrania tiene 8 años, acuerdos no cumplidos, ceses al fuego violados y decenas de miles de muertos. El método de declaración de guerra de Putin parece decirnos que esto es un conflicto privado del que el resto del mundo no debe participar.

Esto subraya la necesidad de apartar a la OTAN del conflicto incluso en las formas mínimas de comunicación

Pero en términos estratégicos este movimiento se volvió en su contra. Semanas antes se hablaba de la “inminente invasión” rusa en tono de burla. Twitter mostraba una cronología detallada desde cuentas oficiales y verificadas que mostraban los esfuerzos diplomáticos para evitar un conflicto que ya estaba decidido en el Kremlin.

Esto le dio tiempo, oxígeno e información de inteligencia a Ucrania, la OTAN y la UE para crear la gran mitología de resistencia ucraniana con el poder de los medios y redes sociales a su disposición.

No es mentira que Ucrania violó el cese al fuego previsto en el acuerdo de Minsk contra las repúblicas de Donetsk y Lugansk. No es mentira que el fantasma neonazi motiva en gran medida a las fuerzas ucranianas.

Pero antes de la operación militar de Rusia, tal vez menos de la mitad de los usuarios de todas las redes, que cambiaron su imagen de perfil por la bandera de Ucrania para solidarizarse de forma automática, era capaz de hallar Kiev en un mapa.

La rusofobia ya estaba planificada y operó con redes sociales en la vanguardia desde el primer disparo ruso.

La información como prisionera de guerra

Según las redes, el “Fantasma de Kiev” es un piloto ucraniano que en solitario mermó la superioridad aérea rusa.

Superioridad aérea que no se ha desplegado en la proporción esperada, tal vez por sus costos operativos en una estrategia que se esperaba veloz y ahora espera por el fango del deshielo.

El “Fantasma de Kiev” no existe. Es un mito creado para elevar la moral combativa de los usuarios de medios de comunicación y redes sociales a favor de Ucrania. A pesar de no existir, tuvo el siguiente alcance:

  • 700.000 visualizaciones en Telegram
  • 9.3 millones de visualizaciones en Twitter
  • 717 millones de personas alcanzadas en Facebook
  • 6.5 millones de visualizaciones en YouTube
  • 200 millones de vistas en TikTok

Hoy, esos usuarios representan un ejército valioso, armado de información falsa que usa desde desfiles militares anteriores hasta ataques aéreos en otros conflictos, pasando por renders y fotos de pantalla de juegos de video para mantener viva la mitología de resistencia ucraniana.

Censura, internet y lógica del tiempo

Twitter violó sus propios términos y condiciones de uso al etiquetar como medios afiliados al gobierno ruso las cuentas de personas que en su vida han trabajado para RT o Sputnik.

Starlink envió kits de conexión para mantener a los usuarios ucranianos en línea. Elon Musk conoce el valor de la información que su satélite está recopilando y almacenando en una época en la cual la Big Data puede causar los mismos estragos que el Uranio fisible.

En eBay hay tanques rusos capturados en venta y el gobierno ucraniano eximió de impuestos a quien los venda.

En Kiev hay filas de personas esperando turno para comprar alimentos y medicinas. Esas fotos no llegan con tanta frecuencia porque mostrarían una Kiev que, aunque en estado de sitio, todavía tiene comercio esencial, hay dinero en efectivo, electrónico y suficiente tiempo para fotografiar tanques y subirlos en eBay.

En los corredores humanitarios que se alcanzaron en las negociaciones hay ucranianos yéndose a Rusia. Esas fotos tampoco las vemos con frecuencia porque a la parte ucraniana no le conviene en su narrativa ver garantía de derechos humanos y respeto a las reglas de la guerra en lo que respecta al tratamiento de civiles por parte de Rusia.

Rusia tampoco está haciendo nada para “viralizar” esa información y se limita a transmitirla en su televisión abierta como si el consumo local de esa información fuera necesario para mantener cierta moral interna que evite las manifestaciones anti guerra que por estricta humanidad deberían suceder.

Mientras tanto, las imágenes de la masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa que muestran toda la furia ucraniana contra los rusos están olvidadas en Google, la investigación sigue abierta y nadie parece querer preguntarse cómo llegamos hasta este punto.

Aún si la pregunta existiera, el algoritmo mostrará lo que el usuario quiere ver y saber. Es decir, alimentará la mitología.

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