El consumo excesivo de carne, especialmente en países como Estados Unidos (EE.UU.), Canadá y Europa, no solo aumenta los riesgos para la salud, sino que también contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero.
El sector ganadero, responsable de aproximadamente el 14,5% de las emisiones globales, es la principal fuente de metano, un gas que acelera el cambio climático.
Investigadores de la Universidad de Oxford informaron que los veganos contribuyen solo un 30% de esas emisiones provenientes del sector alimenticio, en comparación con los grandes consumidores de carne. Incluso las dietas bajas en carne rojas representan alrededor del 70% del impacto ambiental del consumo de proteína.
La resistencia cultural y la percepción arraigada de que la carne es esencial para el crecimiento saludable de los niños dificultan la lucha climática. Sin embargo, se están implementando estrategias para reducir el consumo de carne, como resaltar la conexión entre la carne y los animales, promover el bienestar animal y crear intervenciones que influyan en el comportamiento de los consumidores, refiere Associated Press (AP).
Algunas naciones consideran medidas drásticas, como impuestos a la carne o prohibiciones publicitarias, aunque estas propuestas no son bien recibidas por todos. Mientras tanto, programas como el lunes sin carne están ganando popularidad y generando conciencia sobre la necesidad de pequeños cambios en la dieta.
Una nueva encuesta realizada por el medio, concluyó que aproximadamente dos tercios de los adultos estadounidenses el 64%, para ser exactos, dijeron que comen pollo o pavo al menos 3 veces a la semana, y el 43% come carne de res con esa misma frecuencia.
Pero los expertos coinciden en que la urgencia del cambio climático y las demandas de una creciente población mundial exigen una revisión de la forma en que los humanos obtienen sus proteínas.
La escuela de Preston Cabral es un ejemplo de cómo estos programas están generando impacto. Los «viernes veganos» han atraído a más niños a recibir almuerzo escolar, indicando un cambio positivo en la actitud hacia las comidas vegetarianas.
“Podría decirse que nunca ha habido un momento más importante en la historia de la humanidad para transformar nuestro sistema alimentario por el bien de los humanos y la naturaleza”, concluyó una coalición de científicos climáticos del Reino Unido en un análisis de 2020.