La Corte Suprema de Estados Unidos (EE.UU.) anunció la implementación de su primer código de conducta formal.
La medida responde a la presión externa acumulada durante meses debido a la divulgación de lujosos viajes no revelados y vínculos con influyentes benefactores por parte de algunos de sus magistrados.
No obstante, fue recibida con críticas mixtas, especialmente por la aparente ausencia de un mecanismo de aplicación.
El código, de nueve páginas, aborda diversas áreas éticas y establece que los jueces no deben permitir que las relaciones externas influyan en su conducta oficial y contempla restricciones en la participación en la recaudación de fondos. Además, les prohíbe utilizar recursos o personal judicial para actividades no oficiales «en ningún grado sustancial».
Este anuncio se produce después de revelaciones sobre algunos miembros de la Corte, nueve con exactitud, pero particularmente por el juez conservador Clarence Thomas, quien recibió y no declaró onerosos regalos del magnate republicano Harlan Crow, así como compras de bienes raíces.
Thomas aceptó invitaciones de Crow a esos viajes prácticamente cada año durante más de veinte, según reveló la agencia Propública.
El juez, a veces con su esposa, Ginni Thomas, “se fue de vacaciones en el superyate de Crow alrededor del mundo, voló en su jet Bombardier Global 5000, visitó con frecuencia su retiro exclusivo para hombres en California, el Bohemian Grove”.
Carrie Severino, ex asistente legal de Thomas que encabeza la conservadora Judicial Crisis Network, dijo que duda que el código satisfaga a los demócratas del Senado, alegando que el verdadero propósito de su enfoque en la cuestión de la ética ha sido intimidar a un tribunal que desprecian «por ser fiel a la Constitución».