Rusia solicitó celebrar una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el próximo 22 de febrero, en función de tratar la nueva información sobre la presunta responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) en el sabotaje con explosivos que generó enormes fugas en los gasoductos rusos Nord Stream 1 y 2, declaró el embajador adjunto de Rusia ante el organismo internacional, Dmitri Polianski.
«A la luz de la nueva información sobre la detonación del gasoducto Nord Stream, solicitamos una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el 22 de febrero, a las 15:00 hora de Nueva York», escribió el alto diplomático eslavo en su canal de Telegram.
Tanto Rusia como EE.UU. son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
El pasado 8 de febrero, el reconocido periodista estadounidense Seymour Hersh, ganador del premio Pulitzer, reveló que buzos militares de EE.UU. colocaron cargas explosivas bajo los gasoductos rusos durante los ejercicios Baltops de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a mediados de 2022.
El 26 de septiembre, según el periodista, los noruegos activaron los explosivos causando serios daños a los ductos que conectan a Rusia con Alemania por el fondo del mar Báltico. La primera fuga se detectó cerca de la isla danesa de Bornholm.
Hersh aseguró que el presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó el sabotaje tras más de nueve meses de debates secretos con su equipo de seguridad nacional.
Sobre la investigación del periodista norteamericano, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, precisó que “no causó sensación en Moscú”, puesto que “la voluntad evidente y muy visible de los occidentales, durante todo el tiempo posterior a los atentados, de encubrir la investigación, frenarla” y no permitir que Rusia participe, “fue también una clara señal de que el asunto estaba sucio”.
La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Adrienne Watson, calificó de “falso y una completa ficción” la información que difundió Hersh, pero no presentó pruebas de lo contrario.
A raíz de los daños en las tuberías, Alemania, Dinamarca y Suecia no descartaron un acto de sabotaje.
El Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia catalogó lo sucedido de ataques terroristas, y el 30 de septiembre anunció que tenía pruebas que apuntaban a la implicación de determinados países occidentales. La Fiscalía General rusa abrió una investigación por terrorismo internacional.
