El clima de violencia que ha empañado la campaña electoral de Brasil, que tiene su origen en el aumento de compras de armas de fuego con la venia del mandatario nacional y candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro, divide la opinión de los votantes y la convierte en una de las campañas más tensas.
Los episodios de violencia han aumentado. Varias personas han resultado muertas. La Policía Federal alertó sobre el riesgo de vida que corre el expresidente de Brasil, Luiz Inácio «Lula» da Silva, frente a las amenazas de opositores radicalizados, armados gracias a las concesiones dadas por Bolsonaro en este tema.
La policía brasileña aconsejó una custodia de 50 agentes para Da Silva y advirtió sobre una resistencia armada e intensa contra el Partido de los Trabajadores.
Ante el «riesgo de violencia política», el Tribunal Superior Electoral (TSE) limitó en esta campaña la compra de armas. Sin embargo, expertos en la materia estiman aproximadamente 4 millones de armas de fuego en manos de civiles.
La decisión prohíbe portar armas de fuego en los centros de votación y en un perímetro de 100 metros, a partir de las 48 horas previas a la elección y hasta 24 horas después; mandato que estaría vigente para el proceso del 30 de octubre, en caso de que haya segunda vuelta.
Crecimiento desmesurado de armas
El Instituto Sou da Paz, una ONG especializada en temas de seguridad con sede en São Paulo, indicó que en promedio más de 1.300 armas nuevas por día han sido compradas por civiles. Mientras que unos 994 millones de municiones se han vendido en el país, durante el mandato de Bolsonaro.
El juez Ricardo Lewandowski explicó que esta medida era necesaria debido a »un cuadro de acentuada confrontación» y un aumento significativo en los registros de armas de cazadores, tiradores deportivos y coleccionistas.
«La idea subyacente a la prohibición es proteger el ejercicio del sufragio de cualquier amenaza», dijo el juez, al tiempo que recordó que tanto el presidente Bolsonaro, como su máximo oponente, »Lula» da Silva, han sido blanco de amenazas.
En Brasil, el porte de armas está permitido sólo a grupos específicos, como militares, policías o agentes de seguridad. Las nuevas normas habilitaron a cazadores, tiradores deportivos y coleccionistas a cargar las suyas sin limitaciones desde sus domicilios a los lugares de uso.
Esto trajo como consecuencia que, en algunas poblaciones, el aumento de civiles armados creciera desmesuradamente. Por ejemplo, en Amazonía, el número creció 219% entre finales de 2018 y 2021, de acuerdo al Instituto Igarapé.
