Redacción Fuser News con información de Al Jazeera
El sentimiento de desconfianza de los consumidores estadounidenses aumentó a principios de noviembre cuando se preocuparon cada vez más por el aumento de los precios y el impacto inflacionario en sus finanzas.
El índice de sentimiento preliminar de la Universidad de Michigan disminuyó a 66,8 desde 71,7 en octubre, según mostraron los datos publicados el viernes, situándose por detrás de todas las proyecciones en una encuesta de economistas de Bloomberg que estimaba un aumento a 72,5.
La disminución de la confianza muestra «una tasa de inflación en aumento y la creciente creencia entre los consumidores de que aún no se han desarrollado políticas efectivas para reducir el daño de la inflación creciente», dijo Richard Curtin, director de la encuesta, en un comunicado.
En cifras
El informe reveló que los consumidores esperan un aumento de la inflación en un 4,9 por ciento durante el próximo año, la más alta desde 2008, mientras prevén que los precios aumenten un 2,9 por ciento durante los próximos cinco a 10 años.
“Uno de cada cuatro consumidores citó reducciones inflacionarias en sus niveles de vida en noviembre, con menores ingresos y consumidores mayores expresando el mayor impacto”, dijo Curtin.
Los costos de los alimentos, el gas y la vivienda están desgastando el poder adquisitivo de los consumidores a pesar de un mayor crecimiento de los salarios, y la mitad de las familias anticipan caídas en los ingresos ajustados a la inflación el próximo año, según los datos.
Impacto político
Al inicio de esta semana, el presidente Joe Biden dijo que el aumento de la inflación es una «máxima prioridad» para él, ya que enfrenta índices de aprobación decrecientes, especialmente entre los partidarios republicanos.
El 24 por ciento de los hogares espera estar en peor situación el próximo año, el más alto desde junio de 2008, según Curtin.
Los estadounidenses también son más pesimistas sobre las perspectivas de la economía en los próximos cinco años. Al respecto, el indicador de la Universidad de Michigan cayó al nivel más bajo desde 2011.