Hace dos décadas la oposición venezolana ejecutó un golpe de Estado y secuestró por 48 horas al entonces presidente y líder de la revolución bolivariana: Hugo Chávez Frías. El 11 de abril de 2002 los dirigentes oposicionistas utilizaron a sus seguidores para intentar asaltar el Palacio de Miraflores y plasmar ante la opinión pública, magnificada por los medios de comunicación, que se trató de una respuesta ciudadana en contra de las políticas del mandatario.
Lo cierto es que los hechos tuvieron su génesis meses antes, cuando las patronales empresariales, los medios de comunicación y los remanentes políticos de los partidos tradicionales de la cuarta república presionaron para un cambio de Gobierno en el país, una vez que Hugo Chávez dejó en claro que sus políticas estarían dirigidas a la protección social de los venezolanos por encima de los intereses de esos grupos.
Es así como hace 20 años la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (Fedecámaras) y la Confederación de Trabajadores (CTV) llamaron a una masiva movilización para la mañana del 11 de abril, la cual partiría en principio desde el Parque del Este hasta Chuao, pero sus convocantes desviaron la ruta hacia el Palacio de Gobierno donde se concentraban los seguidores revolucionarios para generar enfrentamientos.
A pesar de los intentos para frenar la inminente confrontación entre venezolanos, varias órdenes fueron desoídas por agentes de seguridad que estaba plegados al plan golpista y los opositores lograron llegar gasta la sede del poder Ejecutivo.
Enfrentamientos, medios y secuestro
A la par, los medios de comunicación tradicionales solo emitían información sobre la marcha que estaba en dirección al centro de Caracas, preparando las mentes de sus usuarios de que la gesta era a favor de su visión de “democracia”.
Los enfrentamientos ocurrieron en Puente Llaguno, uno de los pasos principales hacia Miraflores y que era resguardado por los seguidores revolucionarios. El plan prosiguió según lo estipulado por los factores golpistas, activando a francotiradores en los tejados de los edificios cercanos que asesinaron a varios venezolanos en las calles caraqueñas.
Entre la confusión de los disparos, los ánimos caldeados por la defensa de una idea política y el sol típico de la fecha, fue avanzando la tarde hasta alcanzar la madrugada del 12 de abril y consumar el plan de los grupos de oposición.
Lograron secuestrar al comandante y presidente Hugo Chávez y trasladarlo a varias cárceles militares en cuestión de pocas horas.
El “carmonazo”
Pedro Carmona Estanga, entonces presidente de Fedecámaras, se autoproclamó como el nuevo presidente de Venezuela, mientras los medios de comunicación aseguraban que el secuestrado mandatario Hugo Chávez había renunciado ante su camarilla militar.
Carmona lo primero que hizo al autoproclamarse fue derogar toda la institucionalidad del Estado y sus poderes públicos, dejando en evidencia que no se trataba de una respuesta popular sino de un plan orquestado. De inmediato, el Gobierno de Estados Unidos reconoció el poder fáctico de Miraflores y dio todo su apoyo a los golpistas.
Respuesta popular
Sin embargo, la respuesta popular apoyada en la comunicación alternativa de las radios comunitarias, megáfonos, mensajes de textos, pancartas y cánticos que invitaban a la movilización, llevaron a millones a pedir el regreso de Chávez.
La verdadera presión popular en las calles de Caracas y las principales ciudades de Venezuela generó temor en los líderes del golpe de Estado. Los medios tradicionales silenciaron por completo este clamor y decidieron solo transmitir dibujos animados durante todo el día y parte de la noche del 12 de abril.
Regresa la dignidad
Los golpistas no pudieron mantener la mentira de su Gobierno, y los militares leales al comandante Hugo Chávez retomaron el control del Palacio de Miraflores expulsando a los pseudolíderes.
De inmediato, una operación militar rescató al mandatario que se encontraba en una prisión en la remota Isla La Orchila, donde no se decidían si asesinarlo o expulsarlo del país.
En la madrugada caraqueña del 13 de abril un helicóptero militar aterrizó en Miraflores y entre las expectativas de sus seguidores y llantos de emoción se asomó la sonrisa de Hugo Chávez. Era resguardado por una columna de militares que intentaban contener los saludos y abrazos atorados en las manos de los venezolanos que le esperaban.
Todos estos acontecimientos que redefinieron la historia reciente del país y que llevaron a un cambio profundo en la cultura política, económica y social de Venezuela, apenas ocurrieron en 48 horas.